miércoles, 10 de diciembre de 2008

La final

Resulta ser que aunque me he declarado aficionado ultra del Atletas Campesinos —cosa que sostengo— es conocida de mis cuatro lectores mi preferencia por el Cruz Azul.
De modo que la final del futbol mexicano que se jugará esta semana me resulta satisfactoria.
Espero que el Cruz Azul gane, porque ha sido mi equipo favorito durante quién sabe cuántos años. Con esos mismos años me he dado cuenta de que no soy mucho del futbol. Ignoro, por ejemplo, cuál es la plantilla cementera que luchará por el campeonato mexicano. Sé que es pecado, pero en este torneo no he visto ni un solo juego del Cruz Azul.
Y sin embargo, espero que consiga el campeonato.
Aunque la historia de mi afición al Cruz Azul esté más llena de sinsabores que de victorias.
No se me olvida aquella final del torneo 80-81 en la que los Pumas ganaron el campeonato. Maldije al árbitro, lloré desconsolado, odie profundamente a la universidad nacional, le pegué a todo lo que me encontraba enfrente y estuve abatido el resto de la semana. Tampoco la final 86-87, en la que las Chivas me hicieron perder algún par de apuestas. Hasta aquella final en León, donde Carlos Hermosillo coronó a los cementeros después de un artero patadón del argentino Comizzo.
Después, Cruz Azul ha tenido campeonatos con arranque de caballo bueno y llega de burro flojo. Muchas esperanzas y pocos resultados.
Hasta ahora, que he llegado a dos finales consecutivas, haciendo que la afición albergue la esperanza de un triunfo.
Aunque yo no me hago ilusiones. Pero espero que la Máquina Celeste gane. Y consiga el noveno campeonato. Si no lo hace, no haré ninguna clase de tango. Escarmenté desde hace 20 años.
Y si gana el Toluca, me da igual.
Ahora, eso no significa que no acepte algunos envites… un desayuno, un refresco y lo que se vaya acumulando.
La cabellera desde luego no la apostaré por razones que no le incumben a nadie. Pero si alguien se anima, ai nos tamos dimos dando…

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