jueves, 2 de abril de 2009

Un recuerdito

El Cantegril de Metepec me parece un restaurante bonito. Nice.
De su personal tengo una opinión distinta, pues ya en otras ocasiones había notado una especie de displicencia.
Pero hoy que fui a desayunar, descubrí que tienen dotes mágicas.
Es que a mi automóvil le apareció un golpe en la defensa delantera.
Resulta que lo dejé en el valet parking en condiciones decorosas —tenía dos que tres rayones—. Y cuando me lo devolvieron, tenía un golpe en la defensa delantera derecha. Intenté hablar con el señor que funge de dueño, un señor de acento sudamericano. No le importó demasiado.
Desde luego, sus empleados negaron ser los causantes. Él hizo mutis. Cosa comprensible, porque ¿cómo le van a revelar a un cliente ocasional el secreto de la magia para dejarle un recuerdito?
Por supuesto que no se hicieron responsables de nada. Yo decía que sí y ellos que no.
Mi auto lleva un recuerdo indeleble del Cantegril de Metepec. ¡Qué felicidad!

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