lunes, 17 de noviembre de 2008

Condena

La semana pasada asesinaron a un reportero de El Diario de Juárez.
Armando Rodríguez Carreón se suma a los 40 periodistas han sido asesinados y ocho más que han desaparecido desde 2000 hasta la fecha en el país, según datos de Reporteros Sin Fronteras en México.
Esa organización y otras, como la Sociedad Interamericana de Prensa, no han dudado en señalar que México es uno de los países de mayor riesgo para la profesión periodística en América Latina y, desde luego, en el mundo.
El Diario de Juárez, tal vez el periódico más importante de Chihuahua, ha dado puntual seguimiento de los acontecimientos que durante años han ensombrecido a la sociedad juarense. Por ejemplo, ha llevado recuentos del número de ejecuciones ocurridas en la frontera chihuahuense, de las muertas de Juárez, de los crímenes comunes y, desde luego, de la cantidad de veces que los gobernantes han prometido acabar con el flagelo de la delincuencia.
Desde luego, a los gobernantes nunca les ha gustado —ni les gustará— la forma en la que algunos medios de comunicación —El Diario de Juárez es un claro ejemplo— señalan hecho que evidencian falta de acción de las autoridades. En su editorial al día siguiente del asesinato, El Diario dejo en claro que esa actitud es un riesgo aún mayor para los periodistas: “Al discrepar con la información de corte policiaco que ha publicado El Diario, una gran parte de la cual manejaba precisamente el periodista Armando Rodríguez, el gobierno estatal nos puso en un estado de indefensión”…
La relación entre periodistas y autoridades de Ciudad Juárez, no es ajena a otras ciudades y estados del país.
Y aunque como decía Eleazar Flores —en su Espacio electoral— debería existir una postura común de la “familia periodística”, dado que esa “familia” es casi inexistente, pues no queda otra más que la condena individual. Reprobar y reprochar el hecho. Acción a la que el arriba firmante se suma, desde luego, retomando una parte de la carta que el mismo Diario de Juárez dirigió al presidente Felipe Calderón:
“La tantas veces reiterada cantaleta oficial de que las condiciones particulares de violencia que hemos venido afrontando los mexicanos [fronterizos, en el original] en el transcurso de este año no son más que una guerra intestina entre bandas de sicarios, resulta una ridícula mentira frente a la realidad insoslayable del cuadro general de terror que cada día tenemos que sortear los ciudadanos de todos los sectores y de todos los niveles”.

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