viernes, 30 de enero de 2009

Verbo mata carita… y lana mata a los dos

Reza una verdad popular, muy extendida en el género masculino en sus relaciones con las mujeres, que verbo mata carita… y lana mata a los dos.
Se tratan de una afirmación popular irrefutable, porque desde tiempos de Adán —en de Eva— no se ha dado el caso de un hombre que no pueda ser reemplazado por otro en virtud de sus escasos ingresos, aun cuando pudiera tener atributos físicos y verbales que lo colocaran en el gusto femenino.
Pero esta incontrovertible frase tiene ya sustento científico.
Lo que la hace todavía más indubitable.
Se trata del estudio de unos psicólogos ingleses de la Universidad de Newcastle, en el que se afirma que “el nivel socioeconómico de los hombres contribuye a que la mujer tenga orgasmos con más frecuencia”. El estudio relaciona la posesión de suficiente lana —marmaja, dinero, morlacos, del águila o como ustedes gusten y manden— con el placer femenino. Según estos psicólogos ingleses, “esto se debe a una adaptación evolutiva que hace que las mujeres elijan a los hombres en función de su posición económica” —según informa el diario digital Soitu—.
Los sujetos que han encontrado sustento científico a una verdad dolorosa para muchos de nosotros, simples mortales, surgieron de una encuesta china dirigida a cinco mil personas, en la que se incluían preguntas sobre los ingresos y la vida sexual.
De las mil 534 mujeres con pareja encuestadas, 121 siempre llegaban al orgasmo durante el sexo. 408 dijeron que con frecuencias. 762 dijeron que de vez en cuando y otras 234 llegaban raramente o de plano nunca. Según los autores, el número de orgasmos se correlacionaba positivamente con el nivel socioeconómico.
Para reforzar la verdad científica en cuestión, cuentan también que el doctor Kinsey, el famoso sexólogo que realizó el primero y más amplio estudio sobre conducta sexual, allá por los años 50 —y que tiene una película sobre su vida y obra— ya había descubierto que a mayor nivel socio económico, mayor disfrute sexual.
No faltaré quien cuestione el hecho de que en el estudio de marras las mujeres sean simples espectadoras. Y que no se señale el caso de aquellas mujeres que trabajan y ganan un salario decoroso. O que son verdaderas potentadas.
En realidad no lo sé. Yo no hice el estudio y me limito a señalar sus resultados didácticos.
Para los varones.

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