lunes, 26 de enero de 2009

La prensa y porqué hay días en que se me antoja vivir en Francia

De unos años a la fecha, la prensa —es decir, los medios de comunicación impresos— en el mundo vive una crisis extenuante.
México desde luego que no es la excepción. Ni los diarios supuestamente nacionales —entiéndase los que se publican en la ciudad de México—, se salvan del problema.
Hace unos pocas semanas cerró el diario El Centro. Palabra, del Grupo Reforma, cerró en Coahuila. El Economista cambió de dueño. Diario Monitor vive de milagro. Otros, como El Universal —según Proceso de esta semana— tienen que recurrir a financiamientos y muchos más en el país al sostén que brindan publicaciones o empresas hermanas.
El problema no es exclusivo de México: The New York Times necesitó del dinero del hombre más rico de México, Carlos Slim, para mantenerse con vida. El País —el de España, no el de Cali ni el uruguayo—, se ha decidido por una estrategia empresarial en la que la santísima convergencia —mis cuates del periodismo digital saben a qué me refiero— ha hecho su aparición. El gratuito ADN decidió cerrar su edición digital. El británico The Evening Standard ha quedado en manos de un exespía ruso. El estadunidense The Christian Science Monitor ya no aparece de lunes a domingo, sino sólo los fines de semana. La revista Rolling Stone se hizo chiquita.
El común denominador, por cierto, han sido los recortes de personal. Obligados por un menor flujo de recursos. Y eso que en algunos casos estamos hablando de países y publicaciones con suficientes lectores y suscriptores, a diferencia de México.
Por eso hay días en se me antoja vivir en Francia. Días como el viernes pasado.
Ese día, el presidente francés Nicolás Sarkozy reunió a los periodistas y les anunció medidas para salvar a la prensa. En el programa hay una medida que destaca por su espectacularidad: los jóvenes de 18 años podrán elegir un periódico para recibirlo gratuitamente durante 12 meses. La suscripción la pagará el gobierno. El objetivo es que que se acostumbren a leer en papel y periódicos, desde luego.
En total se van a invertir 600 millones de euros en tres años para el plan de ayuda. Que incluye un estatuto del editor de prensa de internet; que el Estado ayudará tanto a la prensa escrita y a la de la red; que los gastos del Estado y de las instituciones públicas en la prensa escrita se doblarán, pasando de un 20 por ciento a un 40 por ciento en el presupuesto de comunicación; que el régimen de los derechos de autor de los periodistas se adaptará sustituyendo los derechos ligados a la publicación en un soporte por otros más relacionados con el tiempo de explotación. Que habrá subvenciones fiscales y postales. En Francia desde luego que leen más que en México.
Y qué más les puedo decir, si aquí pareciera que asistimos a un funeral… con la complacencia gubernamental.

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