domingo, 1 de marzo de 2009

Las campañas

Seguro que ustedes ya se habrán empapado de las precampañas electorales que tenemos en marcha.
Desde hace semanas los partidos políticos y las autoridades electorales se han encargado de sorrajarnos el hecho de que estamos en pleno periodo electoral.
Los mercadólogos y ciencias afines han agotado hasta la última gota de su ingenio —que se nota que se lo acabaron pronto— para conquistar al electorado, cortejarlo debidamente, llevarlo a las urnas y una vez que se ha consumado el ayuntamiento —en el sentido biológico del término—, mandarlo al carajo.
Es decir, lo de siempre.
Aunque en estas precampañas electorales no ha habido mucho ingenio que digamos.
Por ejemplo: ahí están los del PRD con la niña.
Que no es otra que la misma niña de la campaña y los discursos de 20006 del hoy presidente Felipe Calderón. Y la misma niña que el español Mariano Rajoy, del Partido Popular, llevó de allá para acá el año pasado durante la campaña en la que perdió con Zapatero. La misma niña que disfrazada de adulto promedio se hizo llamar Joe El Fontanero, durante las campañas y debates de John McCain y Barack Obama, hoy primer presidente negro de Estados Unidos.
O los del PAN. Que creen que con machacar sus siglas programan al electorado para que vaya a votar en plan de zombi de Sahuayo, dominado por una inteligencia superior.
¡Panpanpanpanpan!, dice el anuncio donde el panismo se cuelga de los programas gubernamentales y asegura que son fruto de su acción responsable. Es decir, exactamente como lo hacia el tricolor hace algunas décadas, cuando las oposiciones estaban en pañales.
Y los del PRI. Con la campaña de “primero”.
PRImero esto, PRImero aquello. La mismita campaña de cuando salí de la primaria en 1984. Que innovadores. Entonces regalaban utilitarios con la frase PRImero México, mientras los candidatos saludaban en su mítines con un “¡PRImero que nada…!”
Lo puedo jurar solemnemente, porque a la corta edad de 12 años ya me acercaba a los mítines —le pueden preguntar a un tío mío que fue presidente municipal en aquellas épocas— y participaba activamente en las campañas.
Hasta que quedé curado de espanto. Y ahora no me sorprende nada. Ni siquiera que los candidatos sean los mismos cada tres años.
Sólo sugeriría que le agreguen a los spots algo que les dé caché. Un ¡agüegüe! Por decir algo.

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