miércoles, 11 de marzo de 2009

La idea de Dios

¿Es usted religioso?
En estos tiempos de crisis a veces no queda otra alternativa que implorar la ayuda divina. Sea cual sea la divinidad de su elección: Yahve, Shiva, Kali, Jesucristo, Buda, Huitzilopochtli, Brahma, Alah, Jehová, Zoroastro, Zéus, Elohim, Ngai, Teotecuhtli o la que corresponda. Todas respetabilísimas —no me vayan a salir con una maldición quienes son profundamente religiosos—.
Sea de cara a La Meca, en la Basílica de Guadalupe, en la sinagoga de su elección o en el Teotihuacán iluminado de colores, muchos voltean en estos días a la religión para ver si se les hace el milagro. Ya no digamos de sacarse la lotería, el melate o pegarle a los pronósticos deportivos, sino de conservar el trabajo.
O la plegaria que corresponda.
Pues bien, a todos aquellos que practican lo de a Dios rogando y con el mazo dando, déjenme darles la noticia de que investigadores del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos de EU han logrado ver, gracias a las técnicas de imagen cerebral, dónde se localizan las creencias religiosas y cómo entran en funcionamiento.
Los investigadores analizaron tres componentes de las creencias religiosas: cómo se percibe la implicación de Dios con el mundo, la emoción provocada por la fe y las propias experiencias religiosas.
El estudio, realizado mediante resonancia magnética y a través de diversos cuestionarios, midió la función cerebral de los participantes ante afirmaciones del tipo “Dios guiará mis actos”, “Dios está siempre presente” o “Nos castigará o recompensará al final de la vida”, entre otras.
De este modo, descubrieron que las áreas cerebrales que se activaban al escuchar cuestiones de religión se situaban en el lóbulo temporal —qué quién sabe dónde se encuentra, pero que desempeña una función en el reconocimiento de las caras y en el lenguaje— y el lóbulo frontal —este supongo que ubicado en la mera frente, y que está implicado en la memoria y el juicio—.
Dicho de otro modo: la idea de Dios está entre el lóbulo temporal y el lóbulo frontal de nuestra masa encefálica. En el caso de los que la tenemos, excepción hecha de los que le van al América —no sé si notan la ironía—.
En embargo, el estudio descubrió que las regiones concretas que se activan en los tales lóbulos difieren si el individuo ama a Dios o si, por el contrario, siente ira hacia él. Igual que cuando uno tiene simpatía por alguien —por el débil, por ejemplo— o cuando una persona le cae a uno peor que una patada de mula.
O como cuando uno piensa en que con la crisis todo se está yendo al carajo. Y uno quisiera que cayera un rayo y achicharrara a los que causaron la crisis. O no hacen nada para remediarla.

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