Lo que sigue es una obviedad, pero si no la digo, no se entenderá el resto de mi tercio de plana:
Cuando era niño no existían los discos compactos. Así que además de la radio, para escuchar música existían los discos de acetato y unos cartuchos bien chidos que se llamaban de 8 Track —que uno los ponía y se olvidaba de tener que programarlos, pues ellos solitos podían estar dando vueltas horas y horas a la misma canción o grabación completa—.
La temprana muerte de mi padre no impidió que se hiciera de una colección más o menos regular y por lo demás ecléctica: teníamos a Chavela Vargas o al Mariachi Nacional de don Arcadio Elías y a Ray Conniff o a un guitarrista danés llamado Jorgen Ingman.
Pero a mí los que me gustaban era la Orquesta Electrónica de los hermanos Ramírez y el órgano melódico de Juan Torres.
Me perdonarán los exquisitos y puede calificarme de ramplón. Pero eso era lo que me gustaba y me agrada todavía.
Y de esas grabaciones, sobresalía el Tema de Lara.
De hecho, mi incultura musical y cinematográfica me hacía tener la certeza de que estaba dedicada a Agustín Lara.
No se rían. Fue mucho tiempo después que descubrí que el Tema de Lara no estaba dedicado al autor de Farolito —una de mis canciones favoritas— sino que era parte de la música de la película Doctor Zhivago. Que es la fecha y sólo he visto pedacitos.
Pues sí. El Tema de Lara se repetía en los intérpretes que estaban a mi alcance: la citada orquesta, el órgano melódico y el mismísimo Ray Conniff.
Y mientras sonaba interminablenente, yo me dedicaba —con mis hermanos Olga y Mauricio— a dar vueltas corriendo alrededor de la mesa del comedor, que era donde estaba —y sigue ahí— el estereo. O a jugar futbol en el patio de mi casa. O a permanecer arriba del centenario pirul del corral. En ese entonces no había ni Wii ni Nintento ni Atari ni nada que se le pareciera. Y haber existido, seguro que habría sido imposible que me los compraran.
El Tema de Lara ha estado en la banda sonora de mi vida. Corriendo a 33 revoluciones por minuto.
Por eso hoy le agradezco a Maurice Jarre que la haya compuesto para Doctor Zhivago. Aunque ahora que está en el otro barrio —se murió ayer—, dudo mucho que reciba mi agradecimiento.
El compositor francés ganador del Oscar —que escribió la música de Lawrence de Arabia— falleció a los 84 años. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, en un comunicado en el que rendía tributo a Jarre, dijo que “los trabajos a los que contribuyó tan magistralmente son parte de la historia del cine para siempre”.
Y de la mía también.
martes, 31 de marzo de 2009
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