jueves, 12 de marzo de 2009

Mi primera vez

Es mi primera vez.
La primera vez que me ganó un jetta y 200 mil pesos.
El mensaje me llegó al teléfono celular y puedo jurar que salté de gusto.
¡Tanta gente que había tenido esa experiencia y a mí no me había sucedido! La verdad es que me sentía algo envidioso. ¿Acaso mi número telefónico no aparecía entre los celulares a los que envían estos mensajes los extorsionadores? Hay compañeros de trabajo a los que les han enviado el mensaje hasta en tres ocasiones y a yo, pus chiflando en la loma.
Ahora hasta siento que formo parte de la normalidad social de este país.
Porque casi cualquier usuario de teléfono celular puede contar que ha recibido un mensaje de que se ha ganado el boletazo o que un sorteo de la primera dama en turno lo dotó de una casa o que Telebisa le ha concedido el honor de un carro del color que quiera.
Como en mi caso, en donde el mensaje decía que podía escoger un auto del color que me viniera en gana, además de la marmaja correspondiente.
Debo confesar que sentí rebonito. A sabiendas de que se trató de un intento de extorsión… típico de presidiarios recluidos en algún penal
Ya saben: llamas al teléfono que te indican, responde el licenciado fulano de tal y te da la buena noticia. Ya eres un ganador, el auto de tus sueños llegará a tu casa acompañado de las cámaras de televisión… aunque antes tienes que hacer un depósito en alguna institución bancaria, enviar un giro o comprar un determinado número de tarjetas de telefonía celular para que enseguida se confirme el premio. No se te olvide que es de la primera dama de México.
Por supuesto, mucha gente ha sido timada. Otros, que no somos lo suficientemente ilusos — estamos informados o somos bastante desconfiados—, nos pasamos por el arco del triunfo los mensajitos.
Que no traen ningún premio. Creerlo sería entrar a la categoría de iluso —y bastante tengo con los epítetos que a diario recibo—.
La mayoría de los mensajes salen de las cárceles. Los presidiarios, condenados a pasar algún tiempo en el bote, intentan y consiguen muchas veces engatusar a algunos incautos, de modo que consiguen ingresos que estando a la sombra jamás obtendrían.
Y todo porque los mexicanos tenemos siempre la ilusión de ganarnos algo. Lo que sea. Y si es fácil, mejor.
Por lo pronto, en esta primera vez que tengo el honor de ser escogido para ganar tan bonitos obsequios, sólo respondí con una carcajada. Vía mensaje, desde luego.

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