lunes, 30 de marzo de 2009

Comercio electrónico

Hace unas semanas leí que al creador de la internet, Tim Berners-Lee, por fin le había tocado ser víctima de un timo en la red de redes.
Parece que compró un obsequio de navidad y nomás nunca le llegó.
Muchos se alegraron. Otros dijeron que era la demostración de lo peligroso del comercio electrónico. Muchos hicieron mutis —supongo que ni siquiera se enteraron—. Y algunos más suponemos que se trata de algo normal, algo que puede pasar incluso cuando compras de persona a persona.
Porque el arriba firmante es un firme convencido del comercio electrónico. Tanto así que he comprado y vendido muchas chucherías en internet. Y aunque un par de veces me han visto la cara de tarugo, en la mayoría de las adquisiciones que he hecho en la internet me ha ido de maravilla.
Es más: casi estoy seguro que las dos o tres cosillas que nunca llegaron a mis manos, adornan ahora las posesiones de algún empleado aduanal, postal o algo parecido.
La primera fueron unas mamilas que compre en amazon.com.
Resulta que en México solamente venden dos medidas de esa marca y la tercera —para edades más avanzadas— solamente en Estados Unidos. Así que confiado en mis experiencias anteriores —en Amazon he comprado ropa, discos y libros—, adquirí las mamilas. Al poco tiempo, recibí una llamada: una señora de una agencia aduanal me hacía saber que debía pagar no sé qué impuesto de orden alimentario. Desconcertado, alegué que no había comprado ningún alimento. Pero fue inútil. Si no pagaba, el artículo no llegaría a mis manos. Y no llegó, porque me negué a pagar algo que encarecía de manera desorbitada un producto que me había costado dos o tres dólares.
La segunda fue un eliminador de 15 watts imposible de encontrar en el mercado mexicano.
Ese lo compre en noviembre del año pasado cuando se averió el de un modem para conexión satelital a internet. Mi adquisición se realizó en ebay, sitio donde me compre un disco de Manuel Romero, un cantante de ranchero ampliamente desconocido, y otro de Manolo García, exintegrante de El Último de la Fila. Ambos discos fueron una ganga. Pero el eliminador jamás llegó.
De hecho, le escribí un correo electrónico a la empresa vendedora para reclamar mi legítima compra. Y esta me hizo el favor de avisar que nuevamente había hecho el envío. Cuatro meses después he perdido la esperanza de que el eliminador llegué —además de que no me serviría para un carajo, puesto que ya no tengo el modem en cuestión—.
Según mis cuentas, habré perdido unos 300 pesos. Pero mi confianza en el comercio electrónico sigue intacta. Además, si ya le pasó a Berners-Lee, ¿por qué no podría pasarme a mí?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Felipe González:

Déjame te cuent y te platico que en lo personal no he realizado nunguna compra electrónica, sin embargo mi hija sí: a la fehca a comprado un celular (muy caro para mi gusto, pero según ella "era una ganga") y una camista original del Necaxa (no estás tú para saberlo ni yo para contarlo pero mi hijo le va al Necaxa, y la compró para su cumpleaños), producto que también llegó sin ningún problema. Por cierto; ¿cómo es que tu blog tiene anuncios y comercio electrónico? ¿Cómo funciona?

Profr. Ariel Pérez Jiménez

Anónimo dijo...

Don Felipe González:

Déjame te cuento y te platico que en lo personal no he realizado nunguna compra electrónica, sin embargo mi hija sí: a la fehca ha comprado un celular (muy caro para mi gusto, pero según ella "era una ganga") y una camiseta original del Necaxa (no estás tú para saberlo ni yo para contarlo pero mi hijo le va al Necaxa, y la compró para su cumpleaños), producto que también llegó sin ningún problema. Por cierto; ¿cómo es que tu blog tiene anuncios y comercio electrónico? ¿Cómo funciona?

Profr. Ariel Pérez Jiménez

Perdón por el comentario anterior que pulsé antes de revisarlo.