martes, 24 de febrero de 2009

Vitola


Guardo en mi memoria, como uno de los recuerdos más regocijantes, a un grupo de cómicos cantando al unísimo: ¡Sputnik, Sputnik, Sputnik, Sputnik!, y a Vitola lanzar un estentóreo grito de soprano: ¡aaah!…
La actriz Fannie Kauffman, mejor conocida como Vitola, encarnaba en ese filme a la princesa Natasha Natalia Nicolayevdka… en medio de un grupo de locos de manicomio. Del título de la película no me acuerdo, sólo de ese detalle, de la canción y de que en ella apareció también Germán Valdés, Tintán.
Vitola apareció en docenas de películas cómicas filmadas en las décadas de los cuarentas, cincuentas y sesentas.
Y se murió el pasado fin de semana. A los 84 años de edad.
Supongo que igual de flaca que siempre y con esa sonrisa, entre sarcástica y estrepitosa, que siempre ofreció en sus películas.
Cierto es que no fue una belleza típica. Pero aprovechó sus cualidades físicas para sobresalir en el medio artístico y aparecer en películas hechas todavía hace cosa de 20 años. Es decir, se mantuvo no menos de cuatro décadas en el candelero, cuando lo normal el día de hoy es que las estrellas fulgurantes del firmamento artístico nacional sean flor de un día.
Fannie Kauffman nació en Toronto, Canadá, un 11 de abril de 1927, pero vivió en Cuba desde sus primeros años y ahí se inició como cantante. Como lo exigían los tiempos, hizo carrera como comediante, faceta con la que llegó a los escenarios mexicanos, en los que debutó en 1943. Su prolífica trayectoria cinematográfica comenzó en 1946, en la cinta Se acabaron las mujeres, dirigida por Ramón Peón.
En casi todas las películas que filmó entre la década de los cincuentas y los setentas apareció de ella misma. Es decir, en el personaje de Vitola. Extraordinariamente interpretó algún otro personaje —como la citada princesa—, aunque básicamente siempre salía de ella. Su humorismo, la voz hasta cierto punto chillante y la figura delgada fue común denominador de numerosas comedias de la época de oro del cine nacional.
Y no es que todo tiempo pasado sea mejor. Pero los comediantes de antes no eran como los de ahora, que hacen humor a partir del doble sentido y la directa leperada.
Como dijo Vitola, en alguna entrevista: “Vivíamos como en otro mundo a no ser que yo venga de otro mundo por eso veo hoy las cosas tan distintas. Todo muy revuelto, complejo. Está para llorar”.
Y conste que no se refería ni a las ejecuciones, la recurrente crisis o la inseguridad pública.

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