martes, 17 de febrero de 2009

Amor y amistá

Por razones que no me da la gana contar, fui a comer a un establecimiento de una cadena de comida rápida. Ahí pude comprobar 1. que la amabilidad no es una de las características de los empleados de la franquicia en cuestión —nomás faltó que me escupieran— y 2. que no se puede estar suficientemente sorprendido con la celebración del día del amor y la amistad, hasta que se leen los mensajes que se mandan los enamorados mediante un programa de televisión de un canal dedicado a los videos pop en español.
Supongo que se trata de una política de esa cadena sintinozar algún canal de televisión con videos para amenizar la estancia de los comensales. De modo que así era, la televisión era una letanía de videos con canciones que hablaban de amor. O de despecho. Por tratarse de un 14 de febrero.
La cosa no hubiera pasado a mayores de no ser porque tuve la curiosidad de voltear a ver la pantalla de televisión. Y ahí estaban: mensajes a granel de fulanito para menganita y de perenganita para zutanito.
Supongo que la fecha lo ameritaba y que el enamoramiento obnubila a los protagonistas.
Pero hay cosas que me parecen un exceso y otras que son sinómino de idiotex congénita. Los mensajes que vi en la televisión el sábado me parecen ambas.
Porque había fulanos de tal cuyo mensaje era “te amo ya lo sabes” —todo escrito, por cierto, en mayúsculas y sin signos de puntuación— o “tu sabes lo que siento por ti dame una oportunidad” y “tu eres esa persona quiero compartir todo contigo”… o “esta canción dice todo lo que siento por ti” y otros de semejante contenido e imaginación.
En el mejor de los casos, quiero pensar que destino y destinatario estaban ahí, juntos o por separado, viendo en la televisión su video favorito y sintiendo mariposas en el estómago —lo que sea que eso signifique— mientras veían sus nombres aparecer en pantalla junto a la mamerta frase remitida con antelación.
En el peor de los casos, algún obnubilado que envío la frase esperando que el destino mágicamente ponga a perenganita o zutanito enfrente de la televisión en el preciso instante en el que aparece la frase de amor sesudamente reflexionada para hacer que su adorado tormento caiga rendido a sus pies. O que crea que va dirigida a a algún homónimo.
Desde luego, hubo frases de desamor: “No me busques más déjame ir” o “te lo di todo y tu me traicionaste”, “ojalá te quedes un día solo y nadie sienta compasión por ti”. Cuyos destinatarios seguramente estaban con la otra viendo la última película de El Piporro o acicalándose para festejar la mencionada fecha. Sin darse por enterados del rencor que son capaces de desatar.

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