martes, 10 de febrero de 2009

Mi distrito electoral

Resulta que en el distrito electoral del que soy vecino y originario, que es el de Atlacomulco, el PRI va a postular al exgobernador Emilio Chuayffet Chemor.
El PRI, como todos sabemos, ha sido imbatible en ese distrito electoral federal durante poco más de ocho décadas. Por lo tanto, es fácil concluir que es muy probable que se convierta en diputado federal por Atlacomulco el expresidente municipal de Toluca, exsecretario de Educación, Cultura y Bienestar Social, exdirector general de Profeco, exdirector general del IFE, exsecretario de Gobernación, exdiputado federal y muchos otros ex más.
La cosa a mí no me simpatiza.
Ya. Me dirán que para ser diputado federal sólo se necesita ser ciudadano del estado que se pretende representar. Y responderé que tienen razón, que eso es lo que dice la ley.
Pero a mí sigue sin agradarme el asunto.
Porque si de por sí es difícil que un legislador oriundo o vecino del distrito que representa sea el portavoz de las inquietudes de sus conciudadanos y vecinos —la mayor parte del tiempo se olvidan de sus representados—, es más improbable que una persona sin identidad con ese distrito lleve al Congreso de la Unión —que es el caso al que me refiero— la voz de sus representados.
Desde luego, no me refiero a la capacidad de Chuayffet Chemor.
Me refiero a que alguien que ha nacido en un lugar distinto por el que pretende ser elegido es naturalmente profano a la filosofía de la vida del campesino de La Ánimas o del comerciante de Solís o de la madre de familia del Barrio del Progreso o del ganadero de Bombatevi. Incluso del profesionista de Acambay.
Los anhelos y la percepción partiocular de las cosas son distintas incluso entre cada uno de estos supuestos personajes, aunque compartan un espacio territorial.
Me preocupa también la posibilidad de empuejar el desarrollo regional. Unos lo han hecho desde sus curules en San Lázaro. Otros simplemente se han olvidado. Aún siendo nativos de la región y, por lo tanto, comprometidos con ella. No sé qué esperar de alguien que no tiene mayor amorío por la región que el hecho de que su partido o su voluntad lo hayan llevado a buscar una curul por un sitio distinto al de sus naturales afectos.

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