miércoles, 18 de febrero de 2009

Los clones

Ora resulta que la piratería no existe.
Sí, no pongan cara de circunstancia. Los vendedores de películas y fonogramas piratas —vulgo cidís— han optado por anunciar que lo que venden son clones.
Porque hablar de películas o cidís piratas está muy mal visto.
Ya ven que ahora en todos los cines que se precien de serlo —y en algunos canales de televisión— hay campañas en las que se cuestiona a los padres de familia que adquieren en la calle, a dos por 15 o tres por 25, filmes piratas.
En uno de los anuncios que he visto recientemente, hay un grupo de niñas y dos de ellas se burlan de una tercera al grito de “¡tiene un papá pirata!” al descubrir en su habitación un dvd pirata —no podía ser de otra forma—; en seguida, la pantalla aconseja no comprar películas piratas.
Pero los vendedores de estos artículos ya se curaron en salud:
En vez de anunciar que venden películas piratas —obvio que no lo iban a hacer—, anuncian que venden películas clon.
Que no es lo mismo.
Pero es igual.
Así que uno puede ir por la vida comprando películas o fonogramas que ni siquiera han aparecido en las pantallas o en los estantes con la conciencia tranquila de lo que se ha comprado no es piratería. Sino un clon.
¿A poco no es bonita la forma con la que los piratas son capaces de encontrarle la cuadratura al círculo?
Nadie podría dudar del ingenio y la creatividad de los mexicanos. Mucho menos si se trata de asuntos que rayan en la ilegalidad.
No por nada México ocupa el tercero o cuatro lugar mundial en piratería. Y 65 por ciento del material musical que se venden en el mercado mexicano es pirata. Cifra en la que seguramente no se cuenta el intercambio de archivos vía internet, actualmente tan socorrido.
Por lo demás, la actual crisis hará que la piratería crezca otro 20 por ciento.
Y no es por defender a los piratas —¿ahora les tendremos que llamar clonadores?—, pero dados los ingresos promedio de una familia mexicana, para adquirir un cidí original de un artista de moda hay que destinar no menos de tres salarios mínimos, cantidad con la que —bien administrada— fácilmente come una familia media dos días.
Clonar películas y música es un negocio de 500 millones de dólares anuales en México.
Desde luego, faltaría sumar los clones —es decir, las versiones piratas— de la ropa de marca, que por menos de la mitad de su precio se puede comprar un muchos lugares. Aunque en ese caso los comerciantes del ramo no anuncian su producto como un clon. Como los candorosos vendedores de películas y música.

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