martes, 10 de febrero de 2009

Toluca


Entre las cosas que se me quedaron en el tintero la semana pasada estuvo la promulgación del Bando de Gobierno de Toluca.
Pero no a propósito de la inútil controversia sobre si viola o no las garantías constitucionales. Eso se lo dejo a los abogados. Como lego en la materia, lo leí y me pareció muy bien el arresto inconmutable en la comisión de algunas faltas a e infracciones. Desde mi muy particular punto de vista, ya es hora de que las reglas de convivencia social se respeten… y si para eso se requieren arrestos de 36 horas, pues muy bien. Así era antes y funcionaba; incluso, a los presos los sacaban a barrer las calles y nadie respingaba… pero eso no es lo que me importa.
Me interesó el discurso del presidente municipal Juan Rodolfo Sánchez Gómez en la parte relativa a la ciudad. A la de Toluca, desde luego.
Dijo el alcalde que el gobierno municipal de Toluca nos ha propuesto “rescatar a la ciudad y al municipio, a las delegaciones y subdelegaciones del implacable pero no inevitable deterioro para que sus plazas y sus calles, sus edificios sus monumentos y sus jardines inviten otra vez a recorrerla con gozo, con satisfacción, con admiración con gratitud y con dignidad. Queremos que estos espacios contribuyan a construir una atmósfera en la que pueda percibirse el cuidado que la ciudad tiene de sus ciudadanos para que estos sepan cuidar de su comunidad”
“Sólo una actitud generosa puede hacer que ese peculiar vínculo legal pero también afectivo, económico y cultural, moral y filial que une al ciudadano con la ciudad y al cual llamamos ciudadanía, forme ciudadanos maduros que al reconocer un entorno propicio para su realización consideren primero lo que pueden hacer por su comunidad antes de lo que ésta puede hacer por ellos”.
El concepto me parece plausible.
Muchos que vivimos y convivimos en Toluca nos quejamos de lo poco que hay que ver en la ciudad, de lo sucia que está o de los problemas de tránsito que ella entraña.
Pero no nos causa ningún pesar estacionarnos en cualquier lugar, aunque interrumpamos la vialidad. Soportamos muy bien tirar un papel en la acera o dejar nuestras bolsotas llenas de desperdicios en la vía pública. Sacamos a pasear a nuestros perros para que las banquetas sean el depósito de sus excrementos. Nos oponemos a los parques sean un espacio abierto al paso y a la convivencia. Y como norma, nos saltamos cualquier regla que nos imponga un comportamiento.
Y al no preocuparnos de nuestro entorno, dejamos que la ciudad se envilezca. Día a día.
Como ha ocurrido ya. Como si los habitantes de Toluca no quisieran a su ciudad.

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