miércoles, 20 de mayo de 2009

Oda

Hay inventos que uno no valora lo suficiente. Están ahí, a nuestro servicio y sin decir palabra —raro sería que dijeran algo—, esperando a ser usados. Y uno ni se da cuenta de su existencia. A menos, claro está, que sufran algún desperfecto y entonces su ausencia se agigante.
Es el caso, perdonen lo ordinario del asunto, del microondas —o como se escriba—.
Cada mañana, en la madrugada para ser precisos, mi primer alimento de la mañana pasa por el horno de microondas. Abro una puerta, introduzco el recipiente, presiono dos veces la misma tecla, y obediente y sumiso el horno comienza a calentar. Un proceso súper breve que, en otras condiciones no sé cuánto tardaría, cinco o seis minutos con el consecuente gasto de gas butano.
Nunca me lo había preguntado, pero hoy supe que el microondas —o micro ondas o cómo quieran llamarlo… en mi casa se llama el micro y punto— funciona mediante la generación de ondas electromagnéticas en la frecuencia de las microondas, en torno a los 2.5 gigahertz. Es decir, un misterio insondable.
Uno ve que el plato del horno da vueltas y punto
Aunque ya me explicaron que un horno de microondas opera con la siguiente base física: los alimentos contienen normalmente moléculas de agua, éstas tienen la característica de un dipolo eléctrico —como si se tratara de un imán—, es decir, poseen un extremo con carga positiva y un extremo con carga negativa. Las ondas electromagnéticas generado en el horno mueven las moléculas de agua orientándolas en una dirección. Cuando las moléculas de agua se orientan en una dirección determinada, el campo eléctrico se invierte, con lo que todas las moléculas de agua cambian su posición —dan vueltas—. Estas inversiones de la orientación del campo electromagnético suceden rápidamente, a razón de dos mil 500 millones de veces por segundo, lo que produce calor por la agitación molecular. Por lo tanto, el alimento se calienta por excitación de las moléculas de agua, que se están moviendo, girando sobre sí mismas, a gran velocidad.
Como el calor está directamente relacionado con la vibración o agitación molecular, las cosas se calientan.
¿Verdad que es una cosa fenomenal?
Menos cuando uno es un burro redomado en cuestiones de física. O matemáticas, como cuatro de cada 10 estudiantes de tercero de secundaria.
Que supongo que no se interesan ni por el horno de microondas ni por ningún otro implemento doméstico.
Aunque deberían. Por lo menos para no meter las palomitas al revés ni un huevo con cascarón ni un plato vacío.
Loa pues, al microondas. Salve cocinero matinal.

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