viernes, 17 de octubre de 2008

Obama y México 68, una de negros


Obama y México 68, una de negros

Las buenas conciencias perdonarán quese utilice la palabra negro, proscrita para referirse a los afroamericanos. Pero es que hasta hace algunos años nadie se espantaba por este tipo de expresiones —ni de las palabras cojo, manco, tullido, tuerto, ciego y otras del buen español, que han sido suplidas por las buenas conciencias por aquella hipocresía de las “capacidades diferentes”— y de un tiempo a la fecha es políticamente incorrecto llamarle a las cosas por su nombre.
El caso es que hoy toca otra vez una de negros. Porque se me da la gana.
Y porque hay una foto de las olimpiadas de México 68 que siempre me ha causado una honda impresión: la de los velocistas Tommie Smith y John Carlos subidos en el podio de los 200 metros planos, con la cara gacha y el puño en alto.
La protesta de dos atletas estadunidenses contra la segregación racial. Que a 40 años de distancia de la imagen todavía impera —en Estados Unidos, en México y en el mundo mundial—.
Muchas cosas pueden cambiar si en tres semanas el senador por Illinois —cuya capital es Springfield, como atinadamente me hizo notar Memo Canales, el del Back in time—, Barack Obama puede proclamarse presidente de Estados Unidos.
Aunque lo que me importa hoy es la foto de marras. Y la visita que Tommie Smith y John Carlos hicieron esta semana al estadio de Ciudad Universitaria de la UNAM para recordar como en aquella premiación de las olimpiadas en México le recordaron al mundo que los negros seguían siendo ciudadanos de segunda clase: ambos, puño en alto envuelto en guante negro, con la mirada baja protestaron ante la complacencia y complicidad del australiano Peter Norman —hasta ahora he sabido que también protestó, llevando pegado en su uniforme el escudo del Olympic Project for Human Rigths, el mismo escudo que llevaban los competidores gringos—, segundo lugar en esa carrera.
A pesar de que han pasado 40 años de esa escena a la actualidad —y los negros siguen ganando las pruebas de velocidad—, ahí siguen la segregación por el color de piel, religión, creencias políticas y otros atavismos del género humano. El Black Power que pregonaron Smith y Carlos en México 68 despertó simpatías en un mundo convulsionado por la primavera de Praga, el mayo de París, la marcha al Pentágono, la muerte de Martin Luther King y la noche de Tlaltelolco.
40 años después, youtube y el documental de Bilbauta pueden hacer revivir la escena.
A 20 días de las elecciones gringas, donde Obama puede escribir la historia.

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