martes, 28 de octubre de 2008

El Word

Me entero —y mi asombro es infinito— que el procesador de textos Word cumple 25 años —unos pocos menos que yo, que cumplo el próximo viernes—.
Es increíble, pero ese programa de Microsoft es hoy el líder absoluto del sector con 500 millones de usuarios y su dominio es tal que, desde el punto de vista del consumidor, prácticamente no existe un mercado de procesadores de texto.
Se ha convertido de tal manera en el estándar de la industria, pareciera que no hay más.
Aunque existen. El arriba firmante, que es usuario convencido de Macintosh, utiliza el AppleWorks, que sin ser una maravilla me parece mucho mejor que el Word. En este programa puedo hacer mil maravillas que no he conseguido, ni de churro, en el mentado programa del señor Gates. De ahí mi asombro: ¿cómo puede algo como Word mantenerse de tal manera en el mercado? Ni siquiera las versiones para Mac me convencen.
Intentar redactar algo en Word es tanto como someterme a una tortura medieval.
A veces pareciera que el programa tiene vida propia, porque es capaz de corregir cosas sin pedirlo, subrayar otras por sus pistolas, cambiar la tipografía una y otra vez como si estuviera poseído y hacer mil lindezas de este tipo nomás porque sí, además de negarse a cumplir ciertas instrucciones que facilitan la existencia —como lo hacen los procesadores de Macintosh— del usuario.
Por ejemplo: ahí está el méndigo clip —o la figura que el usuario elija— que aparece nomás porque al creador de Word se le vino en gana con consejos que nadie le pide y estorbando una labor que en ese procesador de textos es de por sí complicada.
Pero muchos usuarios le encontrarán bondades, no lo dudo. Si para toda una generación de usuarios de computadoras, es una presencia constante en la vida laboral y parece imposible escribir un documento sin su ayuda.
Hasta ahora hay media docena de versiones que han aparecido en el mercado —Word 1.0, 2.0, 6.0 —en 1993, con un salto en los números para hacerla coincidir con la numeración de las versiones de Windows—, Word 95, Word 97, Word 2002 y Office Word 2007—. Y con ninguna me he podido entender. Desde luego, las he usado, pero cuando no existe ninguna alternativa. De lo contrario, lo evito sin dudarlo.
Y compadezco a quienes no tienen de otra. Aunque ahora hasta se puede redactar en la red, en el Google Docs, que sin ser una amenaza por lo menos es menos independiente.

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