lunes, 13 de julio de 2009

De Italia para México

En Italia se ha formado un escándalo de esos de muy padre y señor mío. El señor Silvio Berlusconi, que trabaja de presidente del gobierno y de magnate de la televisión, ha sido cuestionado por una ley que impide que lo juzguen por cualquier delito y por montar unas orgifiestas a cargo del erario público, además de llevar una vida personal ligeramente disoluta.
Se los digo como antecedente de lo que viene a continuación. Algo a propósito de un artículo del escritor Umberto Eco publicado en la revista L’Espresso. Eco dice que el problema de Italia no es el presidente Berlusconi, sino una sociedad italiana “enferma” que le permite acumular poder.
Traspolado a estos lares, podría decir que el problema de México no es el presidente Calderón —o el partido fulano o el gobernador zutano o el sistema perengano—, sino una sociedad mexicana enferma que permite que el poder se use al antojo de todos los mencionados.
Ahí está el ejemplo de las guarderías subrogadas del Seguro Social, donde un puñado de familiares, amigos y conocidos han obtenido por “adjudicación directa” un negociote.
Pero ejemplos de los usos y abusos del poder sobran.
Algo dice Umberto Eco que no tiene desperdicio para el caso de México: “La historia es rica en hombres aventureros, no faltos de carisma, con escaso sentido del Estado pero con un sentido altísimo de sus propios intereses, que deseaban instaurar un poder personal, pasando por encima de parlamentos, magistraturas y constituciones, distribuyendo favores entre sus cortesanos y (en ocasiones) entre sus cortesanas”.

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