martes, 23 de junio de 2009

Ilustres desconocidos:

En estos tiempos electorales llegan a mi buzón de correo electrónico cualquier cantidad de correos electrónicos procedentes de las campañas políticas de candidatos de distintos signos e ideologías.
A algunos de los candidatos los conozco. A algunos de los jefes de prensa de las campañas también.
Pero me llegan docenas de correos de personas a las que no tengo el gusto: algunos corresponden a candidatos a algún puesto de elección popular y otros son la personificación de las oficinas de prensa. Estos me resultan especialmente chocantes: me tutean —¿en qué cantina estuvimos juntos, perdonen?—, me ordenan —“envío la nota de fulano de tal para que se publique mañana”— y suponen que para mí puede tener algún interés lo que sus partidos y candidatos puedan hacer o deshacer.
Pues permítanme decirles, ilustres desconocidos, que les agradecería mucho que no me llenaran el buzón con sus boletines. Normalmente les doy el curso que sigue cualquier correo de remitente ignoto o sospechoso: se van directo a la basura. Pero eso representa una acción que no me da la gana emprender. De modo que sería mejor no recibirlos.
Lo peor es que en estos tiempos que corren ya nadie se toma la molestia de pedir permiso, presentarse o cuando menos decir ¡agua va!
Desde luego, me dirán, es que son candidatos. Y se sienten el centro del universo. Aunque su universo sean tres pelaos. Uno de ellos, el que manda los correos electrónicos insustanciales.

No hay comentarios: